Juan 12, 1
Era la última semana de la vida de Jesús en la tierra, pero no por eso dejó de enseñar, y los que había allí presentes tenían mucho que aprender. Por un lado, permitió que Marta lo atendiera, elogió a María por su generosidad, y reprendió a Judas por su falsedad.
Es una escena muy elocuente y Juan nos invita a entrar en ella con los sentidos de nuestra imaginación. Sabemos algo acerca de las personas allí mencionadas: Marta, la muy trabajadora; Lázaro, que volvió a la vida; Judas Iscariote, el codicioso, y María, la devota discípula cuyo acto de amor llena la casa con el aroma de un perfume carísimo.
Ahora, piensa que tú estás allí en esta escena. Imagínate la sala y la gente; escucha las conversaciones y trata de identificar los ruidos de fondo, palpa la madera de la mesa, aprecia la forma y el tamaño de los vasos y los colores y la variedad de las túnicas. Luego, prueba los sabores de la comida preparada y las bebidas que se sirven. Naturalmente, huele el perfume.
¿Con cuál de esas personas te resulta más fácil identificarte? Si es con María, ¿qué hay en tu corazón que te provoca un sentido de devoción tan grande? ¿Qué piensas cuando Jesús no solo acepta tu ofrenda, sino que te pone de ejemplo diciendo: “Dondequiera que este evangelio se predique, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho” (Mateo 26, 13)?
Si te identificas con alguno de los otros discípulos, ¿cómo reaccionas al ver la muestra de amor y devoción de María? Quizás reacciones como Judas, pensando que habría muchas otras formas mejores de gastar el dinero que se conseguiría vendiendo el perfume. Tal vez te parezca que aquello que María hace es vergonzoso, ofensivo o chocante. “¿No sabe ella el lugar que le corresponde?” O quizás te sorprende y te complace. Pero a lo mejor te lleva a pensar en lo profundo que es tu amor y devoción al Señor.
Mientras piensas qué lugar ocupas tú en la escena, pídele al Espíritu Santo que esta meditación sea la enseñanza que tú necesitas ahora. Observa que Jesús levanta la cabeza y te mira a los ojos con amor. ¿Qué te quiere decir hoy?
“Amado Jesús, ven a mi corazón ahora mismo, Señor, dime lo que quieras, porque yo quiero escuchar tus palabras.”
Isaías 42, 1-7
Salmo 27(26), 1-3. 13-14
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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