domingo, 5 de julio de 2015

NUESTRA FUERZA NOS DESEQUILIBRA


Durante las Olimpiadas estuve viendo por “casualidad” la competición de Judo. Digo por casualidad porque no suelo ver este tipo de deporte. Me llamó poderosamente la atención cuando el comentarísta dijo que el Judo consiste en aprovechar la fuerza del contrario para debilitarlo.

Precisamente es lo que muchas veces hace Satanás en nuestras vidas, nos insta a hacer las cosas en nuestras fuerzas y eso nos debilita. Porque cuando nos mostramos demasiado fuertes no dejamos obrar a Dios en nosotros. Dios siempre obra a través de nuestra debilidad, nuestra necesidad, nuestro problema.


Todos los seres humanos tenemos debilidades, problemas y necesidades que muchas veces nos hacen sentir frustrados, torpes e impotentes. ¿Pero, tan malas son nuestras debilidades?

“Cuando soy débil, entonces soy fuerte” 2ª Corintios 12:10

Generalmente nos cuesta reconocer nuestras debilidades y acabamos negándolas, las defendemos, las excusamos, las ocultamos y las sufrimos. Pensamos que vamos a ser valorados y vamos a dar gloria a Dios solo cuándo mostramos nuestras fortalezas pero El también quiere usar nuestras debilidades para su gloria. Nuestras debilidades no son un accidente. Dios deliberadamente las permite en nuestra vida con el propósito de demostrar su poder a través de nosotros. “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” 2ª Corintios 4:7

Cuando perdemos el contacto con nuestra debilidad nuestro corazón se llena de orgullo, pensamos que somos mejores que otros, nos creemos autosuficientes. La Biblia dice que Dios mira al altivo de lejos; así que nuestras debilidades son útiles para reconocer que somos polvo, que sin Dios nos somos nada; sirven para mantenernos humildes y cerca de Dios.

Cuántas veces nos hemos encontrado en situaciones que se escapaban de nuestro control, en las que nos sentíamos impotentes a pesar de nuestras capacidades, nuestros conocimientos,  o de nuestro dinero; incluso teniendo a nuestro lado personas dispuestas a hacer todo lo que fuera necesario por nosotros,  aún así, nada podíamos hacer para remediarlo. Dios nos tiene que llevar a ese punto en que dependamos totalmente de El y nos demos cuenta de que solo El nos puede ayudar. En la debilidad podemos sentirnos más fuertes si dejamos de hacer las cosas en nuestras fuerzas, para que el poder de Cristo actúe por la fe. Es en medio de situaciones imposibles para nosotros que la gloria de Dios se manifiesta.

Eso me ha ayudado a darme cuenta que no tengo que tener todo bajo control y que debo ser honesta conmigo misma, reconociendo y admitiendo mis debilidades, mis miedos, mis luchas, mis pecados y entregándoselos a Dios en oración. Cuando me rindo delante de Dios y dejo que El actúe a través de mi, es cuando obra en medio de mi debilidad y puedo ver Su poder actuar.

Celia Casalengua

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