viernes, 11 de noviembre de 2016

Pobres sí, explotados no

1 de noviembre de 2016.
El Papa se ha reunido en el Vaticano con unas seis mil personas sin hogar. Es el primero de los tres días del Jubileo de las personas sin techo y los marginados. Fue quizá el primer encuentro multitudinario de un Papa con personas en situación marginada, y ellos no llegaron con las manos vacías. Por eso mismo, le dieron cientos de cartas y tiernos regalos. Se detuvo a escuchar sus testimonios. Luego, improvisó una meditación en la que pidió perdón en nombre de toda la Iglesia:


"Les pido perdón en nombre de los cristianos que no leen el Evangelio encontrando la pobreza en el centro; les pido perdón por todas las veces que los cristianos delante de una persona pobre o de una persona pobre miramos hacia otro lado. Perdón”.


Francisco pidió a estas personas sin hogar llegadas de toda Europa que no se rindan, que sueñen con construir un mundo mejor. Y sobre todo, que no dejen que nadie pisotee su dignidad:

"La vida se nos hace hermosa, somos capaces de encontrarla bella en las peores situaciones en las que ustedes viven. Eso se llama dignidad: esa es la palabra que me vino. La capacidad de encontrar belleza en las cosas más tristes y sufridas sólo puede hacerlas un hombre o una mujer que tiene dignidad: pobre sí, arrastrado, no. Eso es dignidad”.

Francisco pidió a los pobres que rezaran por él, para que sea fiel a su ministerio. Y lo hicieron con este gesto: imponiéndoles las manos.

El Papa dedicó más de la mitad del encuentro a saludar y a abrazar personalmente a muchos de los participantes, que estaban tan emocionados que provocaron algún susto a los guardaespaldas del Vaticano. En el vídeo se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre, la oración que ha hecho por todos los reunidos y la oración de intercesión que los sin techo han hecho por el Papa.

Francisco habló después del testimonio de dos pobres, Christian, francés, y Robert, Polaco. «Una cosa que decía Robert —dijo el Papa— es: nosotros no somos diferentes de los grandes del mundo, tenemos pasiones y sueños, incluso mil pasiones, queremos subir la cuesta. La pasión a veces nos hace sufrir, nos crea barreras, externas o internas, a veces la pasión es patológica, pero también hay una buena pasión, una pasión positiva que nos lleva a soñar. Para mí, un hombre, una mujer muy pobres pueden tener una pobreza diferente de la de ustedes, cuando pierden la capacidad de soñar, cuando pierden la capacidad de sacar adelante una pasión propia. No dejen de soñar. El sueño de un pobre, de una persona sin techo, ¿cómo será? Yo no lo sé, pero usted sueñen. Sueñen que un día, tal vez, podrán venir a Roma, y en este caso el sueño se cumplió; sueñen que el mundo podría ser cambiado, es una siembra que nace del corazón de ustedes. Acuérdense de una palabra que uso a menudo: que la pobreza está en el corazón del Evangelio. Solo aquel que siente que le falta algo ve hacia lo alto y sueña. Aquel que tiene todo no puede soñar. La gente, las personas simples, los que seguían a Jesús lo seguían porque soñaban, soñaban que los habría curado, liberado, y él los liberaba. Hombres y mujeres con pasiones y sueños, esta es la primera cosa que quería decirles: ¡Enséñennos, a los que tenemos todo: techo, comida, a no estar satisfechos! Con sus sueños enséñennos a soñar desde donde están ustedes: desde el corazón del Evangelio».


«La segunda palabra que se nos dijo… o mejor no fue dicha, sino que estaba presente en la actitud de los que hablaron», prosiguió el Papa, que pronunció su discurso en español: «la vida es bella». «La vida se nos hace hermosa y somos capaces de encontrarla bella en las peores situaciones que ustedes viven; ¡Eso significa dignidad!», exclamó Bergoglio. El Papa destacó la dignidad de cada persona, incluso de aquellas que lo han perdido o no tienen nada material:«¡Dignidad, esa es la palabra! La capacidad de encontrar belleza aún en las cosas más tristes y más sufridas, solamente la puede hacer un hombre y una mujer que tiene dignidad».

«¡Pobres sí, arrastrados no, eso es dignidad!»,insistió. «La misma dignidad que tuvo Jesús que nació pobre, que vivió pobre. La misma dignidad que tiene la palabra del evangelio, la misma dignidad de un hombre y una mujer que vive con su trabajo. ¡Pobre sí, dominado no, explotado no!», dijo el Papa.

«Yo sé que ustedes—continuó— se han encontrado con gente que quiso explotar su pobreza, que quiso usufructuar de ella. Pero sé también que este sentimiento de ver que la vida es bella, esta dignidad, los ha salvado de ser esclavos». «La pobreza —reiteró— está en el corazón del Evangelio para ser vivida. La esclavitud no está para ser vivida en el Evangelio, sino para ser liberada». Y «para cada uno de ustedes, decía Roberto, la vida, muchas veces, se ha hecho muy difícil». Al mismo tiempo, el Papa recordó que «siempre vamos a encontrar más pobres que nosotros y eso también lo da la dignidad; saber ser solidario, saber dar una mano a quien está sufriendo más que yo».

Y por ello «la capacidad de ser solidario es uno de los frutos que nos da la pobreza, cuando hay mucha riqueza uno se olvida de ser solidario porque está acostumbrado a que no le falte nada. Cuando la pobreza te lleva a veces a sufrir te hace solidario y te hace extender una mano al que está pasando una situación más difícil que la tuya», expresó Bergoglio. En el día de la memoria de San Martín de Tours, santo conocido por haber dado la mitad de su capa a un mendigo cuando era soldado del Imperio Romano, el Pontífice explicó que los pobres pueden ser maestros de «solidaridad» para el mundo. Y el Papa denunció con vigor: «La pobreza más grande es la guerra, es la pobreza que destruye», inspirándose en el testimonio de Cristian,«de los labios de un hombre que ha sufrido pobreza material, pobreza de salud, es un llamado a trabajar por la paz».

Al finalizar el encuentro, el Santo Padre ha hecho esta oración para que Dios nos enseñe a soñar:

“Dios padre de todos nosotros,
de cada uno de tus hijos,
te pido que nos des fortaleza,
que nos des alegría,
que nos enseñes a soñar,
para mirar adelante.
Que nos enseñes a ser solidarios,
porque somos hermanos,
y que nos ayudes a defender nuestra dignidad.
Tú eres el Padre de cada uno de nosotros,
bendícenos Padre
Amén”.

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