En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellosy dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial."¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños."
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos:
El P. Kolbe, misionero franciscano en Japón, se encontró en su tierra polaca con la llamada del Señor a vivir lo que había anunciado: La bienaventuranza de los pobres. Detenido por las fuerzas de ocupación e internado en el campo de concentración de Auschwitz, entregó su vida a cambio de un padre de familia condenado a muerte, el 14 de agosto de 1941. Tuvo el valor de asemejarse a Jesucristo, incluso hasta la muerte.
En nuestro entorno no es difícil ver la marca en la frente de los que gimen afligidos por las injusticias. También llegan a nuestro templo para recordarnos que la Gloria del Señor está por encima de ellos. Siguiendo el pensamiento de Sábato de ayer, "se me encoge el alma al ver a la humanidad en este vertiginoso tren en que nos desplazamos, ignorantes atemorizados sin conocer la bandera de esta lucha, sin haberla elegido... Una de las metas de esta carrera parece ser la productividad, pero ¿acaso son estos productos verdaderos frutos? Estamos en camino pero no caminando, estamos encima de un vehículo sobre el que nos movemos sin parar... Ya nada anda a paso de hombre... y quizás, la aceleración haya llegado al corazón que ya late en clave de urgencia para que todo pase rápido y no permanezca. Este común destino es la gran oportunidad, pero ¿quién se atreve a saltar afuera?".
Creyentes, como Maximiliano, dan el salto. Sigue hablando Sábado: "Uno se anima a llegar al dolor del otro y la vida se convierte en un absoluto. La más de las veces, los hombres no nos acercamos, siquiera, al umbral de lo que está pasando en el mundo, de lo que nos está pasando a todos, y entonces perdemos la oportunidad de habernos jugado, de llegar a morir en paz, domesticados en la obediencia a una sociedad que no respeta la dignidad del hombre... Pero las heridas de los hombres nos reclaman".
El P. Kobe muere de hambre de pan, pero saciado en la generosidad. Supo en su aislamiento de silencio y de grito, de oración. Quizá, "tampoco sabemos ya rezar porque hemos perdido el silencio y también el grito".
CR
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