«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado» (Jn 12,23). Se acerca la hora, dice Jesús, en que seré glorificado ante la mirada de todo el mundo... Y añade: «Yo os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; sólo entonces producirá fruto abundante.» ... Después de estos anuncios que se referían a él, Jesús exhorta a los discípulos a seguirlo: «Quien vive preocupado por su vida, la perderá; en cambio, quien no se aferre excesivamente a ella en este mundo, la conservará para la vida eterna.» Así que, no os tiene que escandalizar mi pasión ni haceros dudar de mis palabras que serán confirmadas por los acontecimientos, sino que tenéis que estar dispuestos a padecer vosotros los mismos sufrimientos para dar los mismos frutos. Porque aquel que se preocupa de su vida terrena y no quiere aceptar las pruebas, la perderá en el mundo venidero, mientras que aquel que no retiene su vida de aquí bajo y acepta los sufrimientos que se presentan, recogerá mucho fruto...
Luego, el Señor añade: «Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo.» Pero, uno podría añadir y preguntarle: ¿qué ganarán los que sufren contigo? Jesús responde: «Dónde estoy yo estará también mi siervo. Todo aquel que me sirva será honrado por mi Padre.» Aquel que participa en mis sufrimientos tendrá parte en mi gloria; estará para siempre conmigo en el mundo venidero y participará en el gozo del reino de los cielos. Así honrará mi Padre a aquellos que me habrán servido fielmente.
Teodoro de Mopsuestia
Sobre el Evangelio de San Juan: Camino de cruz, camino de gloria
«Si alguien quiere servirme, que me siga» (Jn 12,26)
116, 171-172
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