"Los que están en las tumbas oirán su voz": "Lázaro, sal fuera "
El Señor había resucitado a la hija de Jairo, pero cuando el cadáver estaba todavía caliente, cuando la muerte estaba sólo a la mitad de su obra (Mt 9,18s)... Resucitó también al hijo único de una madre, reteniendo la camilla, tomando la delantera a la tumba, antes de que este muerto entrara completamente en la ley de la muerte (Lc 7,11s). Pero lo que pasó a propósito de Lázaro es único: Lázaro, en el que toda la fuerza de la muerte ha sido cumplida y en el que también resplandece la imagen completa de la resurrección... En efecto Cristo resucitó al tercer día como Señor; Lázaro, como servidor, ha sido devuelto a la vida el cuarto día...
El Señor decía y repetía a sus discípulos: "Estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea objeto de burla, para que sea flagelado y crucificado" (Mt 20,18s). Y cuando decía esto, los veía volverse indecisos, tristes, sin consuelo. Sabía que hacía falta que fueran agobiados por el peso de la Pasión, hasta que no quedara nada en ellos de su vida, nada de su fe, nada de su propia luz, sino que al contrario su corazón fuera oscurecido por la noche casi total de su falta de fe.
Por eso prolongó hasta cuatro días la muerte de Lázaro... De ahí, lo que les dice el Señor a sus discípulos: "Lázaro está muerto, y me alegro de que por vosotros, no he estado allí" (v. 15) - "Para que vosotros tengáis fe». La muerte de Lázaro era necesaria, para que con Lázaro la fe de los discípulos también saliera de la tumba
"Ya que no estaba allí. "¿Y había un lugar donde Cristo no estuviera?... Cristo - Dios estaba allí, hermanos míos, pero Cristo-hombre no estaba allí. Cristo - Dios estaba allí cuando Lázaro moría, pero ahora Cristo iba a acercarse al muerto, ya que Cristo, el Señor iba a entrar en la muerte: " en la muerte, en la tumba, en los infiernos, es allí donde hace falta que todo el poder de la muerte sea abatido, por mí y por mi muerte".
San Pedro Crisólogo (c. 406-450)
obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Sermón 53 ; PL 52, 375 ; CCL 241, 498
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