Manuel Casanova S. J.
FE EXPECTANTE
Al hablar de grupos de renovación podríamos hacer una gran lista: grupos de revisión de vida, grupos de oración según las más variadas orientaciones y formas. En un grupo se insiste en la oración litúrgica, en otro en la preparación de un tema o de un texto bíblico, en otro en el silencio o la contemplación; en otros se busca una acción concreta o un compromiso determinado. El grupo de oración en la Renovación Carismática se caracteriza por la fe expectante, es decir, una fe que espera firmemente que Dios realizará lo que ha prometido. Con frecuencia muchos «creyentes» no esperan ver realizadas las cosas que dicen creer. Así sus vidas y asambleas cristianas se mueven en un nivel de fe bastante deficiente. Jesús prometió a sus discípulos, y en ellos a toda Iglesia que el Espíritu Santo les guiaría a la verdad, les iluminaría sobre todo lo que El les había dicho (Jn 14,26), que el Espíritu vendría sobre ellos como una fuerza y poder para dar testimonio de El con valentía (Hch 1,8). Si el Espíritu está, pues, en cada cristiano y desea transformarnos como individuos y como cuerpo, debemos reunirnos juntos para dar al Padre el culto que El espera de nosotros en espíritu y verdad» (Jn 4,24), y para abrirnos cada vez más a la acción del Espíritu en nosotros.
EL ESPÍRITU SANTO Y LOS CARISMAS
Creemos que es el Espíritu el que nos congrega en la Iglesia, y que esta Iglesia universal se manifiesta aquí y ahora en este grupo de creyentes reunidos en nombre de Jesús (Mt 18,20). Es el Espíritu de Jesús el que nos va formando más y más en el Cuerpo de Cristo, y lo realiza a través de los dones espirituales o carismas. Si, pues, nos reunimos con esta convicción profunda, «en el Espíritu», no podremos menos de experimentar lo que es la acción del Espíritu formando, transformando y unificando la comunidad cristiana.
EN LA ASAMBLEA SE MANIFIESTAN LOS CARISMAS
Es precisamente a través de sus dones o carismas que el Espíritu actúa en el grupo de oración. La reunión de oración es el marco adecuado para que se manifiesten estos dones. San Pablo insiste en el valor de los dones de la palabra, como la palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, la profecía en la asamblea cristiana (cf.: 1 Co 12-14). 30 Todos los dones, tanto los de la palabra como los de fe, y los de servicio a la comunidad proceden del mismo y único Espíritu. «Según nuestra manera de ver y entender», dice K. Ranaghan, «los dones del Espíritu que se manifiestan en el Cuerpo de Cristo son acciones de Jesús, el Señor resucitado entre nosotros, que actúa a través de unos miembros de su cuerpo, abiertos y dóciles a las inspiraciones del Espíritu. Son pues, extensiones de la actuación de la Palabra viva de Dios en medio de nosotros, de Jesús. En su operación son análogas a la proclamación de la Escritura, aunque por supuesto no tienen el mismo valor». ( Nota: K. RANAGHAN, -As the Spirit Leads Us., p. 52, Paulist Press, N. Y. 1971).
DOCILIDAD Y DISPONIBILIDAD
Por lo tanto en la reunión de oración es muy importante que todos y cada uno participen buscando al Señor y estando atentos al Espíritu Santo. En la asamblea donde se dé esta fe expectante en la actuación del Señor, por su Espíritu, a través de sus dones espirituales o carismas; donde haya gran docilidad y disponibilidad al Espíritu, se dará la manifestación de tales dones, en su gran diversidad, según las necesidades de la comunidad. «Cuando os reunís, cada cual puede tener un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lenguas, una interpretación; pero que todo sea para edificación» (1 Co. 14,26).
VARIEDAD DE DONES
Los dones se manifiestan según las necesidades orgánicas de la Iglesia, de la comunidad. Don de dirigir la reunión, don de profecía, según 1 Co 14,3., don de enseñar, don de discenir. Cuando un grupo crece y se va formando en comunidad más amplia con un mayor radio de influencia, el número de dones va aumentando, o mejor dicho, los dones ya existentes en los miembros de la comunidad se van manifestando: dones de la palabra, dones de fe, dones de servicio a todos niveles. En el Nuevo Testamento hay cuatro listas de carismas con mención explícita de este término: 1 Co 12, 4-10; 28-31; Rom 12,6-8; 1 P 4,10. Hay otras cuatro sin usar dicho término: 1 Co 14,6.13; 14,28; Ef 4,11; y Mc 16,17-18. No vamos a detenernos ahora en su enumeración y estudio. Recordemos solamente que todos estos carismas son dones gratuitos del Espíritu Santo para la edificación. Todos deben recibirse con gratitud, podemos aspirar a ellos y pedirlos, sobre todo los más útiles al servicio de los hermanos.
REGLA DE ORO EN EL USO DE LOS CARISMAS
Todos los carismas están al servicio del amor, nos dice S. Pablo (1 Co 13). Ya podría tener uno los carismas más extraordinarios, si ese cristiano no tiene caridad, si no usa su don según la ley del amor, de nada sirve. Porque el Espíritu Santo es el mismo amor del Padre y del Hijo, y todas sus actuaciones en los miembros del Cuerpo de Cristo han de manifestar su naturaleza. El amor construye, une, da vida y vence al mal. 31 Los grupos de oración que saben apreciar y pedir con humildad, pero al mismo tiempo con fe expectante, los dones espirituales, y los ponen al servicio del amor fraterno, verán crecer la comunidad y darán testimonio, con valentía, de Jesús resucitado.
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