jueves, 27 de noviembre de 2014

ATENTOS A LA TENTACIÓN

“Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos” (I Pedro, 5,8-9).

Este no es solamente un paso para aproximarnos de Dios, pero es una alerta para que no nos distanciemos de Él. El diablo existe, sí, la Palabra de Dios revela claramente en el trozo citado arriba. Como el propio nombre indica, el maligno es el divisor. Quiere dividirnos entre creer y no creer; entre confiar y desconfiar. Por eso, San Pedro coloca en su carta. “Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos.” Inclusive para parar con la auto-piedad y el pesimismo en nuestra vida.

El Altísimo nos concedió el don ser hijos suyos, por esa razón, el maligno, que es el enemigo de Dios, nos quiere devorar. Pero el demonio no se presenta como nuestro enemigo, sino como nuestro mejor amigo, que nos satisface en aquel momento. En realidad, no es nuestro enemigo declarado, sino somos nosotros sus enemigos, pues no queremos la mentira en nuestra vida.

Somos humanos y  caemos varias veces y todas las veces que eso sucede debemos aguantar firmes en la fe, pues en los momentos de fragilidad, de tristeza nos viene la tentación de preguntarnos: ¿dónde está Dios? En el desierto, Jesús estaba con hambre y fue tentado por el diablo: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes” (Mt 4,3). En ese momento Cristo se coloca no como Hijo de Dios, sino como un verdadero hombre, probándonos que somos capaces de resistir a la tentación cuando verdaderamente confiamos en DiosNo sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4,4).

En nuestra vida íntima con el Señor, somos muy acechados por satanás, pues constantemente quiere probarnos que Dios no existe y que él es el dios y también nos presenta otros dioses, otras religiones, otras formas de conseguir la felicidad, de tener riquezas materiales, de ser el centro, de ser dioses también. En realidad, quiere desmoralizar al Señor. Quiere destruirnos, haciéndose de carnerito, pero la Palabra nos dice que el demonio es como un león que ruge y que quiere devorarnos.
Cuanto más renunciamos al diablo, más nos aproximamos de Dios. No que el Señor se separe de nosotros, sino que nosotros, con el uso de nuestra libertad, nos distanciamos de Él. Si quieres cortar toda aproximación del diablo a tu vida, reza renunciando a todos los espíritus malignos.

En Nombre de Jesús, por el poder de las cinco llagas de Jesús, por intercesión de la Virgen María, que pisó la cabeza de la serpiente, yo renuncio a Satanás, autor de todo mal y de toda mentira. Renuncio a todas sus hazañas en mi vida. Renuncio a todos los espíritus malignos y a toda contaminación que pueda haber recibido de lugares o de cosas que hice en la vida. Renuncio a todo tipo de culto que pueda haber hecho a Satanás y a sus ángeles, consciente o inconscientemente.
En este momento asumo el Señorío de Jesucristo en mi vida, sobre todo en lo que tengo y en lo que soy. En mi pasado, en mi historia, en mi presente y en mi futuro. Soy de Jesús, enteramente de Jesús.
Dios es mi Padre, Jesús es mi hermano y Salvador; el Espíritu Santo es mi compañero y santificador; María es mi madre e intercesora. Amén.

(Renueva tu bautismo, rezando el credo)
Padre Anderson Marçal
Consagrado de la Comunidad Canción Nueva
Fuente Portal Canción Nueva en español

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