jueves, 27 de noviembre de 2014

HUYENDO DE DIOS

La tentación de no dejar que Dios escriba nuestras vidas    

El papa en Santa Marta indica tres modelos: Jonás, el levita y el samaritano.
Dejemos escribir nuestra vida por Dios. Esta fue la exhortación del santo padre Francisco en la misa que la mañana del lunes celebró en la Casa Santa Marta, y durante la cual se centró en las figuras de Jonás y el Buen Samaritano. En ocasiones, observó el papa, puede suceder que incluso un cristiano, un católico huye de Dios, mientras un pecador, considerado alejado de Dios, escucha la voz del Señor.

Jonás sirve al Señor, reza mucho y hace el bien, pero cuando el Señor lo llama comienza a escapar. El papa Francesco ha desarrollado su homilía centrándola en el tema de la “fuga de Dios”. Jonás, señala, “tenía su historia escrita” y “no quería ser molestado”. El Señor lo envía a Nínive, y él “toma un barco para España. Huía del Señor”:

“La fuga de Dios. Se puede huir de Dios, incluso siendo cristiano, católico, siendo de la Acción Católica, siendo presbítero, obispo, papa… ¡todos, todo podemos huir de Dios! Es una tentación diaria. No escuchar a Dios, no escuchar su voz , no sentir en el corazón su propuesta, su invitación. Se puede escapar directamente. Hay otras maneras de escapar de Dios, un poco más educado, un poco más sofisticado, ¿no? En el evangelio, está este hombre medio muerto, tirado en el suelo, y por casualidad un sacerdote bajaba por aquel camino –un digno sacerdote, precisamente en sotana, bueno ¡muy bueno! Vio y observó: ‘Llego tarde a misa’, y ha seguido su camino. No había oído la voz de Dios, allí”.

Luego pasa un levita, que, dice el papa, quizá pensó: “Si lo cojo o si me acerco, tal vez estará muerto, y mañana tendré que ir al juez y dar testimonio…” y se siguió de largo. También Él, dijo el papa, se escapa “de la voz de Dios”. Y añade: “Solo tuvo la capacidad de comprender la voz de Dios uno que habitualmente huía de Dios, un pecador”, un samaritano.

Este, señala, “es un pecador, alejado de Dios”, que sin embargo “escuchó la voz de Dios y se acercó”. El samaritano, señala, “no estaba acostumbrado a las prácticas religiosas, a la vida moral, incluso teológicamente estaba mal”, porque los samaritanos “creían que a Dios se le debía adorar en otro lugar y no donde el Señor quería”. Y, sin embargo, prosiguió el papa, el samaritano “se ha dado cuenta de que Dios lo estaba llamando, y no huyó”.
“Se le acercó, le vendó las heridas echándole aceite y vino, y luego lo puso en el caballo”, e incluso “lo llevó a una posada y cuidó de él. Perdió toda la tarde”:

“El presbítero llegó a tiempo para la Santa Misa, y todos los fieles contentos; el levita tuvo al día siguiente, un día tranquilo de acuerdo con lo que había pensado hacer, porque no pasó por todo este enredo de ir al juez y todas esas cosas…

¿Y por qué Jonás huyó de Dios? ¿Por qué el sacerdote huyó de Dios? ¿Por qué el levita se escapó de Dios? Porque tenían cerrado el corazón, y cuando tienes cerrado el corazón, no se puede escuchar la voz de Dios. En cambio, un samaritano que iba de camino ‘lo vio y tuvo compasión’: tenía el corazón abierto, era humano. Y su humanidad lo acercó”.

“Jonás –observa el papa- tenía un diseño de su vida: él quería escribir su historia”, y así también el sacerdote y el levita. “Un diseño del trabajo”. Sin embargo, continuó el papa, este pecador, el samaritano “se ha dejado escribir la vida por Dios: ha cambiado todo, aquella tarde, porque el Señor le ha acercado la persona de este pobre hombre, herido, gravemente herido, tirado en la calle”:
“Me pregunto a mí mismo, y les pregunto también a ustedes: ¿nos dejamos escribir la vida, nuestra vida, por Dios o queremos escribirla nosotros? Y esto nos habla acerca de la docilidad: ¿somos dóciles a la Palabra de Dios? ‘¡Sí, yo quiero ser dócil!’. Pero tú, ¿tienes la capacidad de escucharla, de oirla? Tienes la capacidad de encontrar la Palabra de Dios en la historia de cada día, o tus ideas son las que te rigen, y no dejas que la irrupción del Señor te hable?”.

“Tres personas están huyendo de Dios -resumió el papa-, y otra en situación irregular”, que es “capaz de escuchar, abrir el corazón y no escapar”. Estoy seguro, dijo el pontífice, que todos vemos que “el samaritano, el pecador, no huyó de Dios”.

Que el Señor, concluyó, “nos permita escuchar la voz del Señor, su voz, que nos dice: ¡Anda y haz los mismo!”.

Fuente: ZENIT.org

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