Muchos caminan, pero ni todos dan cuenta de las delicadezas y las sorpresas de Dios en su caminar
Todo camino es un puente que nos conecta al próximo. Caminar es necesario, sin embargo hay que tener el cuidado necesario para pasar por las piedras sin herirse. Es necesario la delicadeza del alma para contemplar las bellezas de la vida sin perderse de si mismo. Cada paso es siempre una oportunidad para que hagamos de hoy día, el día más hermoso de la vida.
Muchos caminan, pero no todos se dan cuenta de las delicadezas y las sorpresas de Dios en su caminar. Vivimos en una sociedad altamente veloz. Todo es muy rápido y, al mismo tiempo, líquido. Establecemos relaciones de amistad que se deshacen con un clic. La vida está pasando por nosotros y con ella los recados de Dios que se pierden en nuestro tumultuoso caminar. Es momento de que paremos de correr y sigamos la vida sin hacer del tiempo nuestro enemigo.
En la maratón de la vida, es necesario que cultivemos la delicadeza interior de detenerse para descubrir los recados de Dios. En cada instante de nuestro caminar, el Señor habla con nosotros. Sin embargo, es necesario que estemos con el corazón libre y abierto para dar la bienvenida a esta voz que se comunica con nosotros en la vida cotidiana.
=>Yo no sé caminar sin Ti
En cada evento: alegre o triste, trágico o glorioso, Dios tiene un recado para nosotros. Sabio es aquel que acoge con sensibilidad el soplo del Espirito Santo en tu corazón. Como una brisa suave, la voz de Dios llega suavemente a nuestra alma. Lejos de la agitación de la vida, Él se manifiesta en el silencio de la oración.
No pensemos descubrir las sorpresas de Dios en medio de las agitaciones de la vida. Es necesario redescubrir en nuestro caminar el tiempo de oración. Ponerse en la presencia del Señor, limpiar el alma de las agitaciones superflúas y acoger el divino mensajero que con su soplo de amor trae la voz serena y mansa de un Dios que se comunica sin prisa, pero en el tiempo que ofrecemos.
El camino para las sorpresas de Dios es fruto del silencio que se alimenta de nuestros tiempos de oración. Detenerse un poco y descansar la vida en Dios es dejar que Él se revela a nosotros en la serenidad por donde nuestros pasos están caminando
Escuchar la voz de Dios es descubrir en lo ordinario de la vida lo extraordinario. Es contemplar la flor de aquel jardín que florece sin aplausos, pero alaba al Señor por su delicadeza y belleza escondida de las multitudes que pasan todos los días por ella. Es hacer de nuestros pequeños gestos una oportunidad para la práctica del bien. Es compartir amor en gestos concretos, que no necesitan de ‘like’ y comentarios en el mundo virtual. Es ser uno con toda la belleza de la vida que revela en cada momento la siempre nueva sorpresa de ser amado por Dios.
Mientras nuestra vida no recupere el tiempo como un espacio para la manifestación de Dios, continuaremos buscando Su presencia en patios sin vida y caminos sin llegada.
Padre Flávio Sobreiro
Bachiller en Filosofía, Teólogo por la Facultad Católica de Pouso Alegre-MG. Vicaria de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (Cambuí-MG). www.padreflaviosobreiro.com
Bachiller en Filosofía, Teólogo por la Facultad Católica de Pouso Alegre-MG. Vicaria de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (Cambuí-MG). www.padreflaviosobreiro.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario