jueves, 6 de noviembre de 2014

La mujer virtuosa

La mujer virtuosa se construye con esfuerzos   

Una mujer virtuosa no anuncia sus buenos actos ni hace propaganda de ella misma

He aquí un descubrimiento extremadamente valorizado en la Palabra de Dios y que me hizo pensar muchas veces: ser una mujer virtuosa. Es instigante leer la experiencia de la victoria de un hombre cuando encuentra para sí este “trofeo” pues según la Biblia, la virtud parece una cosa rara.

¿Pero que es lo que realmente tiene esa mujer? ¿Quién es ella?¿Qué lleva en sí, que la hace objeto de oración e interés hace tantos años?

Ella es aquella mujer llena de virtudes admirables que las pone en práctica al servicio de Dios sin expectativas de reconocimiento. Una habilidad colocada a servicio con sinceridad de corazón provoca un fortalecimiento interior muy grande en la mujer y hace que poco a poco ella madure cada vez más y perciba que su fidelidad no puede ni debe ser movida por reconocimientos externos. Su virtud más grande será probada y construida internamente pues la fidelidad real es casi siempre discreta y silenciosa.

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Una mujer virtuosa no anuncia sus actos buenos ni hace propaganda de ella misma. La seguridad femenina muchas veces es silenciosa al extremo.

Toda persona es virtuosa pero mirando especialmente a la mujer, ella tiene una característica notable y única: es una persona que se esfuerza mucho. Si, la virtud es consecuencia del esfuerzo y de la decisión humana. Debemos tener muy claro en nuestro interior que hay una gran diferencia entre las virtudes y los dones. Cuando pienso en un don necesito comprender que es una dádiva, un regalo recibido de Dios sin cualquier merecimiento. Él nos dio un don por amarnos, por creer en nosotros simplemente por misericordia pura y nada más. Diferente de la virtud, que necesita de nuestro esfuerzo y de nuestra decisión diaria para desarrollarse y crecer cada vez más.

Una mujer virtuosa hace el ejercicio diario de esforzarse para dar lo mejor de sí sin reservas. Es admirable observar a una mujer de esfuerzos diarios y constantes, ella sí es virtuosa y aunque nadie lo perciba pues la invisibilidad es el mejor perfume para una mujer de virtudes.

Percibo que a veces pedimos a Dios que nos libre de los esfuerzos humanos femeninos, que la vida nos sea más fácil. En el camino de conquista de las grandes virtudes para  nuestra alma rebelde y desobediente, el esfuerzo tiene un papel imprescindible: ¡disciplicar el alma! . Enseñarla a mirar siempre el sentido final, en cada detalle del camino, sin perder de vista el gran sentido de la vida: amar a Dios sobre todas las cosas. Rezamos tanto pidiendo que el Señor nos alivie los hombros pero al final percibimos que aguantar lo que la vida nos propone es el mejor ejercicio de virtud que podemos tener, y que viviendo el hoy con todo lo bueno y malo seremos transformados por Dios y cada vez más llenas de virtudes. Es bueno siempre recordar que quien vive su camino reclamando necesita comenzar de nuevo, pues probablemente está haciendo todo mal. El camino del esfuerzo, con un sentido de amor provoca gratitud y no murmuración. ¡Y agradecer es un ejercicio de virtud!

Si todo sucede para nuestro bien, para una mujer virtuosa todo permiso de Dios es una posibilidad para mejorar, para ajustar el centro de nuestra vida, y el centro de la  vida de una mujer virtuosa es Dios. Sin embargo, para muchas otras mujeres el centro de sus vidas es hablar de la vida de los otros, reclamar del marido, del trabajo, reclamar, reclamar y reclamar. También la Biblia nos enseña que no hay nada más desagradable que ser obligados a convivir con una mujer que murmura y destila insatisfacción.

He aquí nuestro desafío: luchar para que seamos mujeres admirables por nuestras virtudes secretas. Que el centro de nuestra vida sea realmente nuestro amor a Dios. Amar es tomar una decisión estable, madura y exigente, esto implica esfuerzo.

Lo más bonito no es lo que esa mujer conquista, sino en lo que ella se va volviendo a lo largo de su camino. Que ese camino de  virtudes sea sin retorno, que sea el camino de los esfuerzos y del amor.

Ziza Fernandez
Cantante y compositora católica, musicoterapeuta, profesora y mosaiquista
fuente Portal Canción Nueva.

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