¡Buen día, Espíritu Santo!
Cuando el frío de la mañana quiere envolver mi cuerpo
descubro y celebro el Abrigo de Tu Amor que rodea, cobija y entibia
lo más frío y necesitado de mi.
Te alabo y te Bendigo,
te doy gracias por ése Amor generoso y sin medida;
Te alabo y te Bendigo por esa, Tu Paz,
que todo lo penetra sin invadir;
Todas mis expectativas tienen tu sello,
todos mis deseos se encuentran en tu frente.
Te confío a los míos,
a los cercanos y a los lejanos,
a los que me han herido y a los que he herido;
A los que están desabrigados de todo:
Desabrigados de amor, de ternura y de esperanza;
desabrigados de fe, de confianza y de consuelo.
Sólo me resta decirte como siempre:
¡Ven! ¡Llena! ¡Penetra y permanece!
Dime, ¿qué podemos hacer juntos hoy?
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