¿Ya escuchaste la voz de Dios?¿Cómo saber si realmente es El quien te habla?
Al inicio de la Biblia encontramos un verbo que es vinculado a Dios en todo el Libro Sagrado: “Dios dijo” (Gn 1,3). A lo largo de toda la Escritura podemos observar que el Señor mantiene una relación íntima con el hombre, basada en el diálogo. El mismo Libro de la Palabra es un medio que El usa para hablarnos. Ahora bien, ¿tú ya escuchaste la voz de Dios? ¿Cómo saber si realmente es El quien habla y no nosotros mismos? será que él solo se comunica con personas perfectas?
Podemos asustarnos al ver la vida de los santos y notar el nivel de diálogo que ellos mantenían con Dios. Santa Teresa, por ejemplo, en cierta ocasión en que viajaba, cayó en un pozo de lodo. Entonces miró al cielo y dijo: “Señor, ¿Por qué hay tantas dificultades en el camino si estoy cumpliendo Tus órdenes?” El Señor le respondió: “Teresa, ¿no sabes que es así que trato a mis amigos?. Entonces ella respondió: “Ah, Señor, entonces es por eso que tienes pocos!”.
Dios desea estar cerca del hombre, crear intimidad y amistad con él. Observemos por ejemplo, la relación de Dios con Adán. Al crearlo, el Señor permitió que le diese nombre a toda la creación y lo alertó sobre el fruto prohibido. El Señor Dios también le dijo: “No es bueno que el hombre esté solo, le daré una ayuda adecuada” (cf. Gn 2,15s). Veamos la cercanía con que Dios conservaba al hombre. El nos creó para que convivamos en Su intimidad.
Existe un camino a ser seguido para llegar a una escucha íntima de Dios. Sin embargo, es un camino, no es una fórmula, pues un gran error es querer buscar una uniformidad cuando queremos escuchar al Señor. El nos hizo únicos y nos ama con un amor particular, por lo tanto nos habla de forma individual. El Señor usa el lenguaje al que estamos acostumbrados, nos habla en el idioma que comprendemos.
Vamos, entonces a observar algunos pasos importantes en esta experiencia:
- Buscar a Dios. Esto es obvio, pero necesita ser dicho. No escucharemos al Señor, si no lo buscamos. Dios es una persona, y cuando queremos dialogar con una persona buscamos medios para llegar a ella. Busca momentos para estar con el Señor, sólo con El, sin celular, sin música, sin lectura, apenas con El. “Cuando quieras rezar entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza, a tu Padre” (cf. Mt 6,6).
- Di lo que quieras decir. Muchos sufren pues durante la oración están con la cabeza llena, piensan en muchas cosas, ven muchas situaciones y se distraen fácilmente. Lo que nos puede ayudar es, al llegar a la capilla, hablar a Dios todo lo que queremos, usar unos diez minutos haciendo una “limpieza” de mente, hablar del cansancio, de la familia, del trabajo, y después de todo eso, silenciar.
- El deseo de obtener una respuesta a veces no ayuda. Muchas veces creamos ansiedad y expectativas que nos interrumpen. La tensión no colabora para que nuestro corazón encuentre el corazón de Dios. Es importante que haya libertad en estar con El, sin obligaciones, ni presiones. No exijas que Dios te hable, y no te exijas una actitud o la necesidad de hacer alguna cosa. Sé libre junto a El.
- Silencia. Estamos hablando de diálogo, una gran dificultad de la relación humana pues no aprendemos a oír al otro. La agitación y el ritmo acelerado que la sociedad vive nos deja siempre con prisa, queriendo todo para ahora. Así no dejamos hablar a las personas, nos anticipamos a que el otro hable, queremos adivinar lo que él va a decir. La forma con que actuamos con las personas, en la agitación, la transferimos a Dios. Después de un momento de oración , de decirle a Dios todo lo que querías, es importante darle un tiempo para que te responda, es necesario silenciar en el ambiente y en nuestros corazón. El principio de una buena escucha es dejar que el otro hable.
¿Dios realmente habló conmigo?
A veces nos deparamos con esa duda. Para eso necesitamos tener siempre en mente que el Señor no se contradice. Por eso, si aquello que escuchamos está en contra de alguna Ley que El ya instituyó, contra el amor al otro o contra la Iglesia, será fácil saber que no viene de El.
Conforme creamos intimidad con el Señor, reconoceremos su voz en nuestra conciencia, más rápido. El también nos habla en los acontecimientos, en la Biblia, por medio de una canción o de otra persona. Particularmente ya Lo escuché en momentos de contemplación a Jesús Eucaristía. El Señor también habló directamente a mi corazón. En otro momento, El respondió mis preguntas a través de acontecimientos: yo quería saber si determinado hecho era su voluntad y las cosas se aclararon de tal forma que vi la mano de Dios obrando sobre mi.
Frente a las experiencias que traigo, hay un punto importantísimo que prueba realmente que Dios habló conmigo. Cuando El habla, Sus palabras resuenan por mucho tiempo y lo que El dice se cumple: “Lo que dije, lo ejecutaré, lo que concebí, lo realizaré” (Isaías 46,11). ¡Dios es fiel a lo que dice! Y lo que El dice se graba en nosotros, no se borra, porque su voz resuena en nuestra existencia.
El Señor quiere cultivar con cada uno de sus hijos una relación personal e íntima. Reza y pide esa intimidad al Espíritu Santo pues El es el mediador.
Que el Señor nos de un corazón abierto y oidos atentos a su voz.
Paulo Pereira
Misionero de la Comunidad Canción Nueva
Misionero de la Comunidad Canción Nueva
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