Evangelio según San Mateo 7,21-29.
Jesús dijo a sus discípulos:
"No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?'.
Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal'.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza,
porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.
COMENTARIO
Eguione Nogueira cmf
Estimados hermanos y hermanas en Cristo: ¡Paz y bien!
En las estanterías de las librerías es fácil encontrar abundantes libros de autoayuda llenos de recetas para ser feliz. El sociólogo Zygmunt Bauman propone dos valores básicos para ser feliz: la seguridad y la libertad. Para Bauman “nadie consigue ser feliz y tener una vida digna cuando falta uno de ellos. Seguridad sin libertad es esclavitud. Libertad sin seguridad es el caos total.” Vivimos un momento en que muchos rechazan cualquier discurso de tipo doctrinal porque parece que es contrario a la libertad. Otros, por el contrario, se agarran a una doctrina buscando seguridad en un mundo de incertezas. Sin caer en radicalismos, el Evangelio nos ofrece una doctrina segura sin privarnos de la libertad. Podríamos decir que es una doctrina que libera, al contrario de muchas doctrinas que son fuente de alienación.
El evangelio de hoy dice que “al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza” (Mt 7,28). Es la conclusión del conocido como Sermón de la Montaña, que ocupa tres capítulos enteros de Mateo (5-7). De los evangelios de estos días pasados, las Bianventuranzas, que están al inicio del discurso, ocupan un lugar destacado pues son una especie de autorretrato de Jesús. Es un camino seguro en el que a lo largo de la historia muchos hombres y mujeres han encontrado la plenitud de la vida.
A diferencia de los escribas y fariseos, la doctrina de Jesús no estaba centrada en la observancia de las normas rituales ni de los preceptos religiosos sino en la invitación a seguirle y a participar de su vida. O lo que es lo mismo, a que la persona se adhiera al proyecto del Reino. Es una doctrina con la que sus oyentes se identificaron porque les hablaba al corazón. Las palabras de Jesús llegaban a los oídos de la gente que sufría como una voz liberadora. Eran el susurro de Dios que quería romper el yugo de toda esclavitud, haciendo las relaciones entre las personas más fraternas. Eran un camino seguro por donde podían llevar sus vidas porque defendían la dignidad de toda persona humana.
Hagamos de ese discurso nuestro proyecto de vida y veremos que aquella multitud tenía razón cuando decía que Jesús hablaba con autoridad. No tengamos duda, el Evangelio es una roca firme sobre la que podemos construir nuestra existencia.
¡Que tengan un buen día!
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