¡Buen día, Espíritu Santo!
La gracia me ha hecho descansar en el Corazón del Hijo,
la gracia me pone ante Ti para implorarte ¡Ven, lléname!
Aunque nunca te hallas marchado,
aunque siempre te estés derramando... ¡Ven!
Tú eres mi único Consolador.
Tú eres el único que me conduce a la Verdad.
Tú eres quien revela al Padre y al Hijo.
Ven y equilibra mis sentires cuando lo confuso quiere ganar terreno.
Ven como viento impetuoso que barre toda escoria.
Sopla tu Aliento y llena de vitalidad todo mi ser.
Gracias porque mi horfandad en Ti se vuelve riqueza,
y mis miserias tu gracia las envuelve de misericordia.
Hágase en mi,
en nosotros,
en todos... la Voluntad Amorosa del Padre.
¡Amén!
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