Tener instrucciones para los grupos de oración nos ayuda a vivir mejor los momentos con Dios
El grupo de oración es como una piscina llena de agua, llena del Espíritu Santo, donde nos lanzamos de cabeza y nos sumergimos en el amor de Dios y en Sus dones.
El mundo es tan árido y la guerra espiritual que enfrentamos diariamente es tan ardua que si no tenemos al menos una vez por semana, la gracia de poder sumergirnos en el Espíritu Santo con los hermanos, orando con ellos libremente en el lenguaje de los ángeles, alabando y cantando juntos, fatalmente viviremos como quien vive en el desierto.
Nuestros grupos de oración precisan ser cálidos, acogedores, pero no ruidosos.
Deben ser llenos de la presencia de Dios, del Espíritu Santo, llenos de oración.
Los grupos necesitan ser lugares donde realmente ayudamos unos a otros y nos animamos con los cantos, con la música y la alabanza, con la oración espontánea y los gestos. En el grupo de oración necesitamos ser conducidos y ayudados por personas llenas de alabanza, de alegría de la Palabra de Dios, de manera que podamos tener cada semana, un grupo sobre el cual el Espíritu se derrame.
Deben ser llenos de la presencia de Dios, del Espíritu Santo, llenos de oración.
Los grupos necesitan ser lugares donde realmente ayudamos unos a otros y nos animamos con los cantos, con la música y la alabanza, con la oración espontánea y los gestos. En el grupo de oración necesitamos ser conducidos y ayudados por personas llenas de alabanza, de alegría de la Palabra de Dios, de manera que podamos tener cada semana, un grupo sobre el cual el Espíritu se derrame.
El grupo de oración necesita ser leve y espontáneo. Es necesario acabar con los vicios de pose y posición: “¡Ese es mi lugar!”, “soy yo quien hace eso, nadie más”. Lo peor son las sillas prisioneras: “Ese lugar es mio. Ay de quien se atreva a tocar mi lugar, mi silla prisionera”. El coordinador no es el dueño del grupo.
La persona que coordina el grupo necesita discernimiento, ser dócil a la condición del Espíritu Santo. No es como aquel dirigente que aún tiene las riendas en sus manos, bien seguro de sí mismo. El Espíritu Santo anda, y rápidamente, si tu tomas las riendas en tus manos, Lo detendrás.
Es muy importante que pertenezcamos a un grupo que sea de oración del derramamiento del Espíritu Santo, porque necesitamos de más fuerza de lo Alto. La vida nos deja secos y duros, lo propio del dia a dia, el trabajo de casa, de la familia y del mundo nos desgastan. Por eso, el mismo Jesús nos dice:
“Recibireis una fuerza, la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y serán mis testigos en Jersualén, en toda Judea y Samaria, hasta los confines de la tierra” (Hech 1,8).
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Fuente Canción Nueva en español
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