Cuando el tiempo cae en el suelo nos liberamos de la rutina y pasamos a apreciar mejor lo que realmente vale la pena.
Tiempo, tiempo, tiempo.... Cada día vemos nuestras horas pasar más rápido. Como un rayo, así pasan dos horas, un día, una semana, un mes... Tenemos tantas cosas por hacer que ni percibimos el horario; quedamos perdido entre el clarear del sol y el caer de la luna. Nos acostumbramos a marcar el tiempo en los relojes de diversos tipos, pero ¿será que ellos nos dictan el tiempo?
De hecho, es extremadamente importante tener un reloj, sea de pulso, de pared, de bolsillo o en los mismos celulares. Un reloj establece nuestra rutina del día a día: la hora de levantarnos, de tomar café, de ir a trabajar, de almorzar, cenar o dormir. El reloj también ajusta nuestros tiempos de placer, pues nos recuerda la hora de comenzar un show, de asistir a un filme esperado...
El tic-tac de los segundos deja a algunas personas con los pelos parados, pero ello es muchas veces necesario. Pero cuando el tiempo cae al suelo, o sea, cuando se nos rompe y no tenemos otro cerca para saber que hora es, quedamos medio perdidos en el tiempo y en el espacio, ¿no es cierto? Es exactamente a ese punto que quiero llegar.
No conocer la hora precisa puede ser bueno pues nos estimula a organizar nuestro tiempo de acuerdo con nuestra voluntad. Y empezamos a pensar más en nosotros mismos que en la rutina. Algunas veces las carreras diarias no nos dejan aprovechar los momentos buenos que queremos, como el propio poner del sol, la lectura de un buen libro, el aprecio de una obra de arte o aquella buena conversación con un amigo.
Será que es tan importante no apegarnos a la rutina? Pienso que no pues la vida pasa en un abrir y cerrar de ojos y muchos olvidas que el stress solo trae angustia y preocupaciones. Claro que no debemos olvidar la rutina de una vez para siempre, pero es siempre bueno dejar de lado algunas veces el experimentar nuevas experiencias que pueden traernos momentos inolvidables, únicos, que tal vez no se repitan.
Por lo tanto, es interesante que dejemos nuestros relojes caer al suelo en vez en cuando y nos liberemos de la prisión de las agujas del reloj.
Todos los días, horas son desperdiciadas en cosas que no valen la pena. Cuando un reloj cae al suelo, las agujas de él se quiebran, pero las agujas de nuestra vida estarán siempre intactas, esperando ser ajustadas para no escaparse de los buenos recuerdos.
Fuente Destrave
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