Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades.
Lucas 19, 17
Jesús usó la parábola del señor de noble estirpe y sus servidores, para revelarse claramente a sus contemporáneos. Conociendo la frívola manera de pensar de la gente (Lucas 19, 11), Jesús hizo un paralelo entre su Persona y el noble del relato, queriendo demostrar que su Reino no era uno de mero poder político, sino del Espíritu.
También empleó la parábola para indicar que él, como Rey, merecía y esperaba una respuesta. El mal uso del dinero disgustó al rey, mientras que el buen uso fue recompensado. El Señor no quiso darnos lecciones de finanzas, sino enseñarnos a usar los talentos, la gracia y los dones que él nos ha dado. Si los malgastamos, nos dijo que podemos esperar un juicio severo; pero si somos fieles y los usamos para el Reino de Dios, ciertamente seremos recompensados con la generosidad de Dios.
¿Cómo debemos responder entonces a Jesús, a la vida y a la gracia que él nos ofrece mediante su muerte y su resurrección, y a la efusión de su Espíritu? Jesús espera de nosotros una respuesta de fe, y una fe profundizada con la oración diaria, la lectura meditada de las Escrituras, el examen de conciencia y la participación en la vida sacramental de la Iglesia. Todo esto —no las emociones— crearán un entorno propicio en el corazón y la mente donde el Espíritu Santo pueda revelarnos a Jesús. Solamente a través de la revelación personal podemos llegar a conocer a Jesucristo como Señor, Mesías y Rey.
Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen María, iniciada en el año 543. Es una antigua y piadosa tradición que aparece en el escrito apócrifo llamado “Protoevangelio de Santiago”. Esta tradición relata que, cuando la Virgen María era muy pequeña, sus padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de Jerusalén para presentarla y consagrarla al Señor y para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos sus deberes para con Dios.
Tanto en Occidente como en Oriente esta fiesta tuvo en seguida un éxito resonante entre todos los cristianos. María estaba destinada a ser un templo vivo de la divinidad, ya que pronto llegaría a ser la Madre de Dios y Madre de la Iglesia.
“Santa María, Madre de Dios, tú que desde temprana edad te consagraste al Altísimo, ruega por nosotros.”
Apocalipsis 4, 1-11
Salmo 150, 1-6
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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