Como cristianos, somos invitados todos los días a vivir la compasión con nuestros hermanos desfavorecidos que nos rodean. Las necesidades son numerosas; desde una moneda o un abrazo, hasta invitar a alguien o escucharlo; conocer el nombre del mendigo que cruzas, sonreír al que está triste.
Puedes estar atento a estos gestos sencillos y vivir la compasión cotidianamente. Observa y actualiza el propósito de la mañana.
Entrégate a vivir para los demás.
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