Lucas 19, 9
La historia de la conversión de Zaqueo se entiende mejor cuando se toma en cuenta el lugar donde aparece en el Evangelio según San Lucas, el único que la presenta. San Lucas la coloca al concluir el viaje de Jesús a Jerusalén, donde el Señor sabía que tenía que morir para luego resucitar. Hasta entonces el evangelista había presentado ejemplos de personas que aceptaban o rechazaban la vida a la cual las invitaba el Señor.
Zaqueo es un excelente ejemplo de alguien que aceptó el ofrecimiento. Sus respuestas contrastan mucho con las del joven rico (véase Lucas 18, 18-30), que se alejó lleno de tristeza porque consideró exagerado lo que el Señor le pidió. Pero el punto no son tanto las riquezas de cada uno: al rico el Señor le propuso vender sus posesiones y dar el dinero a los pobres, cosa que éste no pudo aceptar.
A Zaqueo, en cambio, que también era acaudalado, la sola presencia de Cristo en su casa le hizo ver la realidad de su vida y decidió voluntariamente dar la mitad de todo lo que poseía a quienes había defraudado. Por eso, se nos presenta como ejemplo de un rico que entendió algo del mensaje de Jesús, y de su preocupación por los pobres. La diferencia consistía en la forma en que cada uno respondió al llamamiento de Cristo.
Todos nosotros estamos invitados a seguir al Señor para recibir la vida nueva que él nos ofrece, pero rara vez nos damos cuenta de que la invitación es constante. Es común que pasemos día tras día tranquilos, sabiendo que ya nos hemos decidido por seguir al Señor y no lo pensamos más. Pero Jesús quiere que analicemos diariamente nuestros razonamientos y actos, para reconocer los aspectos en los cuales todavía no le obedecemos y profundizar aquellos en los que vamos caminando a su lado.
Zaqueo tuvo que tomar varias decisiones para comenzar su nueva relación con Jesús: verlo en persona; aceptar el ofrecimiento de Jesús de venir a cenar a su casa; restituir lo cobrado de más y cambiar su estilo de vida, en lo cual estaba haciendo más de lo que exigía la ley. El deseo de conocer personalmente a Cristo y recibir la vida nueva movió a Zaqueo a actuar de un modo tal que transformó su antigua existencia.
“Amado Señor Jesucristo, quiero imitar a Zaqueo y recibirte en mi casa. Ven a cenar conmigo, Señor.”
Apocalipsis 3, 1-6. 14-22
Salmo 15(14), 2-5
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