La ansiedad y la agitación son pecados, porque significan desconfianza de Dios. No es eso lo que el Señor desea para nuestra vida, Él quiere que los hijos de Él vivan en la confianza. La "máquina" de nuestro organismo no fue hecha para vivir angustiada y preocupada.Es como un motor que aguanta un arranque, pero luego se rompe. Muchos de nosotros somos ese "motor en mal estado", que sólo da mucho trabajo, porque vivimos agitados, ansiosos, preocupados, desequilibrados y totalmente fuera del camino de Dios.El Señor coloca ante nosotros el bien el mal y, nosotros, tomamos lo que queremos. Si elegimos el mal, los elegimos con todas sus consecuencias, no teniendo derecho a pensar que Dios nos está castigando, porque la elección fue nuestra! Somos nosotros mismos quienes nos estamos castigando por lo que hacemos y elegimos.¡No hay mal que no nos haga mal! Incluso las cosas aparentemente sencillas como la gula o la falta de auto-control, por ejemplo, traen consecuencias perjudiciales, incluso fatales, a nuestro cuerpo, tanto física como emocionalmente.De esta forma, acabamos haciendo de nosotros mismos un arma y nos convertimos, al mismo tiempo, en víctimas de nosotros mismos. Si hemos sufrido tanto, si no hemos tenido alegrías se debe a que, por desgracia, hasta ahora hemos insistido en que viven andar por desvíos y muchas veces hemos creído más en Satanás, nuestro enemigo, que en Dios nuestro Padre, Nuestro Padre, que nos ama y nos quiere en los caminos de Él.Pero, quien escoge qué camino seguir eres tú..
Tu hermano,
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugés
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