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“La obediencia madura y se perfecciona en el seno de la santa indiferencia. Esta consiste en una firme y tranquila disposición de la voluntad que no quiere nada que no sea querido por Dios, y no rechaza nada que Dios quiere o permite. Por lo tanto es un acuerdo constante del alma con Dios; ella puede decir: Dios y yo queremos siempre la misma cosa”
Beata Elena Guerra
Pensamientos de Fuego
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