Tu amor, en cuanto deriva de Dios, es permanente. Puedes reclamar la permanencia de tu amor como un regalo de Dios. Y puedes darles a otros ese amor permanente. Cuando los demás dejan de amarte, tu no tienes que dejar de amarlos. En un nivel humano, los cambios pueden ser necesarios pero, a nivel de lo divino, puedes seguir siendo fiel a tu amor.
Un día seras libre de dar amor gratuito, un amor que no pide nada a cambio. Un día incluso seras libre de recibir amor gratuito. A menudo se te ofrece amor, pero no lo reconoces. Lo descartas porque estas acostumbrado a recibirlo de la misma persona a quien se lo dabas.
La gran paradoja del amor es que, precisamente cuando te has proclamado como hijo amado de Dios, has fijado los limites de tu amor y así has contenido tus necesidades, comienzas a crecer en la libertad de dar en forma gratuita.
Henri Nouwen
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