lunes, 1 de junio de 2015

RESONAR DE LA PALABRA - 1 Junio 2015


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,1-12):
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?»Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.
Palabra del Señor

Comentario al Evangelio
Alejandro Carbajo, cmf
Queridos amigos, paz y bien.
A Jesús no se le puede acusar de ocultar las cosas. A sus amigos, desde el comienzo les deja bien claro cuál es el camino. Hay que subir a Jerusalén con él, pasar por la cruz y vivir en actitud de servicio, en especial a los más débiles. A los enemigos tampoco se lo pone fácil. No se esconde, y dice lo que debe decir. En este caso, veían que la parábola iba por ellos. Dice un refrán español que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Una reacción, cuando te dicen que estás haciendo algo mal, es la de cambiar de actitud. Olvidar el orgullo, que no conduce a nada, y reconocer los errores. En todos los aspectos de la vida, en el profesional, en el familiar, en el religioso.

Cuando vemos que no tenemos razón, que nos hemos equivocado, hay dos variantes. Podemos aceptarlo, y, pidiendo perdón a quien corresponda, seguir adelante. O. Podemos no aceptarlo, seguir como hasta ese momento, y repetir nuestros errores. Algunas personas no saben o no quieren agradecer las correcciones. Yo, que hasta el día de hoy sigo estudiando una lengua extranjera, acepto bien las “samichánias”, los comentarios y correcciones. Porque si no, seguiré repitiendo mis errores lingüísticos. Y la gente me entiende, pero no suena bonito.

Ojalá en nuestra vida hay siempre gente cerca, capaz de decirnos lo que hacemos bien y lo que hacemos no tan bien. Ojalá Dios nos dé un corazón sencillo, capaz de aceptar los comentarios y sugerencias.

Tu hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

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