lunes, 8 de junio de 2015

RESONAR DE LA PALABRA

Tomó la palabra y comenzó a enseñarles.
Mateo 5, 2

En el Evangelio de hoy, es posible que el Sermón de la Montaña sea en realidad una compilación que el propio Mateo hizo de las muchas enseñanzas que pronunció el Señor durante el curso de su ministerio mesiánico. Entrelazándolas en un solo sermón, Mateo lleva a sus lectores a recordar a Moisés, que bajó del monte con las tablas de la Ley de Dios. Para Mateo, las enseñanzas de Jesús constituyen una nueva Ley, y la Persona de Jesucristo es el “cumplimiento” de todo lo que Moisés representó y enseñó.

Meditando en estos puntos, y los que plantean otros pasajes del Evangelio, hay varias cosas que saltan a la vista. Por ejemplo, los cuatro evangelistas no se limitaron a dejar sólo un registro histórico de lo acontecido. Eran teólogos proféticos, no reporteros de periódico, que habían sido comisionados por Dios para pintar un “cuadro completo” de Cristo, que permaneciera como ícono elocuente hasta el final de los tiempos. Y de esta manera, el Espíritu Santo actuó a través de estos cuatro hombres, infundiéndoles la habilidad de dejar una valiosa herencia para la Iglesia, algo que una simple biografía nunca podría lograr.

A su propio modo, los cuatro evangelistas llevaron el mensaje del Evangelio hasta los confines de la tierra. No eran predicadores ambulantes, como Pablo o Bernabé, pero dejando por escrito todo lo que el Espíritu Santo les iba mostrando, “brindaron” la historia y la persona de Jesucristo a millones y millones de personas que se fueron convirtiendo, y de esa manera hicieron posible que el Espíritu de Dios actuara en generación tras generación con la historia de quién es Jesús y todo lo que él hizo por el género humano.

Pero el Señor quiere comisionarnos a nosotros también. Posiblemente usted no llegue a ser misionero y viajar por el mundo, pero puede llevar el Evangelio a su propio mundo y hacerse embajador de Cristo. Simplemente dejando que las palabras del Evangelio penetren en lo profundo de su corazón, usted está allanando el camino para que el Espíritu Santo toque e ilumine a cuantos tenga usted a su lado. Porque en realidad, mientras más viva el Señor en usted, más será lo que haga a través suyo.
“Amado Señor, quiero conocerte cada vez más. Abre los ojos de mi corazón, te lo ruego, para escuchar tu voz y recibir tu sabiduría.”

2 Corintios 1, 1-7
Salmo 33, 2-9
La Palabra entre nosotros
Devocionario católico

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