domingo, 11 de noviembre de 2018

Meditación: Marcos 12, 38-44

Ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir. 
Marcos 12, 44

En la antigüedad, las viudas que quedaban sin hijos eran víctimas del infortunio y la pobreza. Sin embargo, aun siendo pobres en bienes terrenales, la Escritura menciona a algunas que fueron ricas en fe. La viuda de Sarepta, por ejemplo, estuvo dispuesta a usar hasta su última medida de harina y aceite para hornearle un pan al profeta Elías (1 Reyes 17, 10-16) y por su obediencia y fe, Dios le concedió un gran milagro.
















Del mismo modo, la viuda del Evangelio de hoy puso en el cofre del Templo todo lo que tenía: dos moneditas. Jesús comentó que esa ofrenda, si bien pequeña en comparación con las de otras personas, era más grande, porque la generosidad de esta viuda se debía a que tenía el corazón lleno de fe y confianza en la divina providencia.

La generosidad material de esta viuda contrastaba con la avaricia y la arrogancia de los fariseos, que valoraban mucho los honores y las riquezas del mundo. La viuda dio todo lo que tenía, porque valoraba las cosas de Dios por encima de las cosas del mundo, siendo así un ejemplo de la actitud que Jesús había expuesto en el Sermón de la Montaña: “Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar. Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón” (Mateo 6, 20-21).

Solo es posible tener este espíritu de desprendimiento cuando ha habido una transformación interior forjada por Dios mediante la fe. La viuda fue capaz de hacer este sacrificio, porque sabía en su corazón que podía confiar en el amor y la providencia de Dios.

El Señor recompensa a cuantos son desprendidos y generosos por causa de la fe: “Dios, que da la semilla que se siembra y el alimento que se come, les dará a ustedes todo lo necesario para su siembra, y la hará crecer, y hará que la generosidad de ustedes produzca una gran cosecha. Así tendrán ustedes toda clase de riquezas y podrán dar generosamente” (2 Corintios 9, 10).
“Señor y Dios mío, enséñame a ser generoso con el tiempo y los bienes materiales, para contribuir así a la edificación de tu Reino en la tierra.”
1 Reyes 17, 10-16
Salmo 146(145), 7-10
Hebreos 9, 24-28

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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