Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.
Oremos:
Oh Dios,
que llenaste los corazones de tus fieles
con la luz del Espíritu Santo;
concédenos que,
guiados por el mismo Espíritu,
sintamos con rectitud y
gocemos siempre de tu consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
El don de ciencia.
Esta ciencia no se limita al conocimiento humano de la naturaleza, sino que, a través de la creación, nos lleva a percibir la grandeza de Dios y su amor por las criaturas. Este don del Espíritu Santo nos hace descubrir cómo la belleza e inmensidad del cosmos nos habla del Creador y nos invita a alabarlo. Al comienzo de la Biblia, se subraya que Dios mismo se alegró de su obra: todo era bueno y, el hombre, era ―muy bueno‖. El don de ciencia nos pone en sintonía con esta mirada de Dios sobre las cosas y las personas. Una mirada bondadosa y respetuosa, que nos advierte del peligro de creernos los dueños absolutos de la creación, disponiendo de ella a nuestro antojo y sin límites. La creación no es propiedad nuestra, ni, menos aún, sólo de algunos, sino que es un regalo que Dios nos ha dado para que la cuidemos y la utilicemos con respeto en beneficio de todos. Si no cuidamos la creación, la destruimos. Y si destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros. Recuerden aquel dicho: Dios perdona siempre, nosotros, los hombres, perdonamos algunas veces, la naturaleza no perdona nunca si la maltratamos. (PAPA FRANCISCO -Miércoles 21 de mayo de 2014)
¡Oh Espíritu Santo! Que apareciendo sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, llenaste sus
corazones para vencer los temores y encierros, concede hoy a tu Iglesia el Don de Ciencia, para que sepamos reconocer la grandeza del Amor de Dios por nosotros y por toda la creación. Así podremos alabar y cuidar tu Obra con alegría; y danos la gracia que te pedimos en esta Novena.
Amén.
Padre Nuestro que estás...
Padre Nuestro que estás...
Padre Nuestro que estás...
Dios te Salve María, llena eres de Gracia...
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne,
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu Santo,
creamos en todo tiempo.,
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.
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