¡Buen día, Espíritu Santo!
¡Buen día, Aliento de Vida!
Al dar los primeros pasos del día,
potente surge el ruego: ¡Ven! ¡Anima nuestro andar!
¡Ven y cuélate por las hendijas de nuestras vidas!
Llena de Tu Santidad nuestros huecos más profundos,
nuestras soledades más hondas,
nuestros vacíos de esperanza.
Ven a regar con Tu Gracia nuestros arideces,
A llenar de Tu Gozo nuestras tristezas,
a sembrar paciencia en nuestras esperas,
a derrochar Consuelo en nuestros abatimientos.
Y santifica!
¡Santifíca cada espacio que no lleve Tu Sello!
Susurra, ¿qué podemos hacer juntos hoy?
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