No permitas que la indiferencia nos aleje de la Palabra de Dios
Porque es por la indiferencia, por la falta de atención y de diligencia para con Dios y con Su Palabra, que nuestro corazón va perdiendo el gusto por Dios y por las cosas de Él.
“Este es un pueblo de conciencia endurecida. Sus oídos no saben escuchar, sus ojos están cerrados. No quieren ver con sus ojos, ni oír con sus oídos y comprender con su corazón.. Pero con eso habría conversión y yo los sanaría” (Mt 13, 15).
¡Que dura es esta palabra de Jesús para nuestro corazón! En realidad, Él nos muestra la realidad del corazón humano que simplemente limita, bloquea y excluye la Palabra de Dios de su vida . Así como hubo un grupo de judíos que se muestró incrédulo, indiferente, cerrado e ignoró la Palabra de Dios y ésta no pudo producir frutos en su corazón, porque sus ojos se cerraron para no ver, sus oídos se cerraron para no escuchar. Sobretodo, la comprensión de estas personas no se abrió para comprender los misterios profundos del Reino de Dios.
Nosotros, los hombres de estos tiempos modernos, de los tiempos en que nosotros vivimos, tenemos que vigilar y prestar atención para que la indiferencia y la frialdad no se apoderen también de nuestro corazón. Porque es por la indiferencia, es por la falta de atención y de la diligencia para con Dios y con Su Palabra que nuestro corazones se va enfriando y perdiendo el gusto y el sabor por Dios y por la cosas de Él. Sobre todo si la ansiedad toma cuenta de nosotros, vamos quedando en poco tiempo, indiferentes a Dios y Su Palabra.
Tu sabes cuánto duele en el corazón la indiferencia, cuando tu llegas para hablar algo a alguien y la persona no da importancia a lo que le estás diciendo, cuando dentro de la propia casa, de la misma familia y del mismo ambiente de trabajo, las personas casi no se saludan, ni se miran; porque nadie está conectado al problema del otro, en lo que el otro dice, en la comunicación con el otro. Cada uno se encierra en si mismo, y cuando nos cerramos, mis hermanos, mis amadas hermanas, ocurre también que no nos abrimos para permitir que la Palabra de Dios produzca frutos en nuestro corazón.
A menudo, escuchamos, pensamos que es bonita y buena, pero cuántas veces nosotros escuchamos y no comprendemos lo que nos dice, porque nuestra mente y nuestro corazón está lejos, volando, y no nos abrimos para lo esencial.
¡Que Dios hoy rompa toda la frialdad, toda la indiferencia, toda la falta de sensibilidad de nuestro corazón para con la Palabra de Él! Que Dios abra las ventanas y nuestros oídos; que Él nos abra por entero para que ninguna insensibilidad robe, quite, entorpezca la fuerza de la Palabra de Dios de nuestras vidas.
¡Dios te bendiga!
Padre Roger
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
Traducción: Thaís Rufino de Azevedo
Fuente: Portal Canción Nueva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario