Así como las primeras luces tocan lo creado,
así, ven y tócame con Tu Unción!
Ven, y hazme oír el gozo y la alegría,
Ven, alegra cada uno de mis huesos quebrantados.
Aparta de mi toda culpa;
Llena, consuela y santifica hoy mi vida.
Dale firmeza a mi andar;
Que el brillo de Tu Gracia impregne
lo opaco que hay mi;
Que ligero de equipaje marche sin temor alguno,
y, al reconocer que Eres El que siempre ésta,
no deje de cantar Tus alabanzas.
¡¿qué podemos hacer juntos hoy?
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