La mano poderosa de Jesús nos libera del poder del maligno
¡Exorciza, expulsa de tu corazón todo rastro del mal o del maligno! La mano poderosa de Jesús, bondosa y misericordiosa, nos libera del poder del maligno.
“Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y enfermedades” (Mt 9, 35).
Contemplamos la acción de Nuestro Maestro Jesús, que no se cansaba y que asumió como misión de Su vida rescatar la humanidad decaída, enferma, sufrida y, a menudo, prisionera por el poder del maligno. La mano poderosa de Jesús, bondadosa y misericordiosa, nos libera del poder del maligno; o sea del maligno actuando, de sus obras malas que dejó en este mundo.
Cuando el Reino de Dios es anunciado, el mal es expulsado y mandado lejos. Donde el Reino de Dios se hace presente el maligno no tiene voz ni voto. La forma cómo Jesús destruye la fuerza del mal es justamente predicando el Evangelio del Reino de Dios.
Yo te digo: donde el Evangelio es predicado la liberación ocurre; cuando nosotros somos llevados a vivir la fuerza del Evangelio, él nos libera de toda acción del mal, sea ella directa o indirecta. Ese hombre mudo, poseído por el demonio, que hoy es presentado a Jesús, y que es liberado, empieza a hablar, porque es así que ocurre cuando nosotros expulsamos, en el poder y en la autoridad de Jesús, las fuerzas malignas de nuestra casa, de nuestra vida y de nuestra familia, el Reino de Dios comienza a ocurrir.
¡Déjame decirte: no te conviertas en rehén del mal, y tampoco lo dejes obrar sobre tu vida, sobre tu familia! Exorciza y expulsa de tu corazón, de tu vida y de los suyos, todo rastro del mal y del maligno y toda cizaña que él sembró en nuestro medio y todo espíritu de discordia y confusión que pueda haber. Porque de esta forma, las personas quedan mudas, no se comunican y no se entienden y, cuando no existe comunicación, cuando la personas no se comunican con claridad, reina la confusión, reina la acusación, reina la mentira, reinan las tinieblas.
Por oro lado, cuando expulsamos el poder del maligno, la fuerza del Reino de Dios ocurre en el Medio de nosotros. Prediquemos el Evangelio, anunciemos el Evangelio, pero permitamos que él nos liberte. Permitamos que la fuerza, que viene del Señor, cause liberación en nuestro corazón, porque así vamos a contemplar y proclamar las maravillas de Dios en medio de nosotros.
¡Dios te bendiga!
Padre Roger Araújo
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
No hay comentarios:
Publicar un comentario