lunes, 21 de julio de 2014

Coraje, valiente guerrero!

Dunga y Monseñor Jonas predican juntos en
Campamento PHN 2014

Dunga:
La canción dice “Confiaré en el Dios de la alianza”; Soy casado, no me quito nunca mi alianza. Hice un compromiso con mi esposa delante de Dios; y más allá de ser limitado, tengo la capacidad de honrar mi compromiso. Imagínate a Dios, que hizo una alianza con nosotros. “Él abrió el Mar Rojo, cuando no había más salida”, Moisés estaba huyendo con su pueblo del Faraón y no tenía otra manera de huir a no ser atravesando el Mar, y la música continua: “Confiaré en el Dios que nos dio a su Hijo”, Él nos dio a su Hijo para salvarnos y además: “nos dio una alianza eterna”. El hizo un compromiso contigo y siempre que quieras retomar tu camino Él estará dispuesto a recibirte una vez más. Todos hicimos un camino para llegar hasta aquí, y estando aquí nos deparamos con este tema: “Coraje, valiente guerrero” (Jueces 6,12).

Después del camino que recorriste hasta aquí, Dios te considera un guerrero, pues, para pasar por todo lo que pasaste, y estar aquí, hay que ser un guerrero. Guerrero no es aquel que siempre vence, sino aquel que siempre vuelve al campo de batalla.

Cuando ganamos salimos con aplausos, animados, victoriosos. Pero vendrá otra batalla y no podemos dejar que la sensación de victoria nos robe esa verdad: otra batalla vendrá. Cuando somos derrotados, no queremos quedarnos con esa sensación, queremos regresar y vencer, queremos volver y reconquistar aquello que perdimos. Cuando era joven, al perder una batalla en el prostíbulo, con la marihuana, volví a casa y encaraba a mis padres y ahí necesitaba experimentar mis derrotas.

Coraje, valiente guerrero 2

Una derrota que viví fue cuando mi esposa, cuando todavía éramos novios, terminó conmigo. Recuerdo que ella se arregló, estaba muy linda, y cuando quise bailar con ella recibí un “no”. Fui para mi casa y junto a un amigo bebimos un montón, me quedé llorando. Un tiempo después nos encontramos en un Grupo de oración, volvimos a ser novios y a partir de ahí vivimos la castidad. ¡Guerrero es aquel que, aun habiendo sido derrotado, tiene la valentía de volver al campo de batalla!

Tú volverás a tu casa, yo no sé dónde vives, si es en una mansión o en una pocilga, pero vas a volver ahí. Has escuchado aquí que no eres un cobarde, sino un valiente guerrero, ten ahora la voluntad de volver a tu casa no como un derrotado, sino como un valiente guerrero para reconquistar tu victoria. Ya has experimentado el sabor de la derrota, ya sabes cómo se siente. Pero escúchame, estoy hablándote a ti: “¡Coraje, valiente guerrero!”

Quiero contextualizar esta palabra que meditamos, Israel había desagradado a Dios porque su pueblo comenzó a rendir culto a Baal y otros dioses, y otros pueblos quemaban su cosecha y robaban sus animales, asesinaban personas por nada. Estaban siendo humillados por cambiar al Creador y servir a otros dioses. ¿Cuántas veces pasa lo mismo en nuestras vidas? ¡Dejamos de adorar a Dios y pasamos a buscar cosas! Entonces el Señor encontró un joven llamado Gedeón, y un ángel del Señor apareció delante de él y le dijo que Dios lo había elegido para derrotar a todos los hombres que estaban robando y saqueando a su pueblo.

Cuando estabas preparando tu maleta para venir a éste encuentro Dios te miraba y decía “¡Yo te elijo ahora!”. Y en cada ropa que colocabas en tu maleta Dios te elegía, aunque no te dieras cuenta. Y lo más lindo es que te estás dejando escoger por Él. El Padre Dios quiere reiniciar tu relación con tu papá, con tu mamá y con tus familiares. Dios quiere “re-iniciarte” en tu escuela, en tus problemas y vicios para ayudarte a superar lo que te hace mal. Dios utilizó ángeles y te sedujo haciendo que estés hoy aquí.

Yo ya estuve sentado ahí así como vos, sin mucho gusto por la vida y no quería ni siquiera mirar hacia el escenario. Y un siervo de Dios cantó una música que fue entrando en mi corazón, y cuando me di cuenta estaba llorando mucho. Entonces miré hacia el escenario, por vergüenza de los demás, y cuando vi estaba Monseñor Jonas Abib en el frente y nunca más salí de ese lugar. En aquel día, el Padre Jonas me llevó a conocer a Dios.

Monseñor Jonas:
Yo nunca iba a imaginar que aquella música haría todo eso, pero el Señor, nuestro Dios, hace cosas imprevisibles. Allá en Roma, reunido con el Papa, se habló del PHN como una revolución de la juventud. Y no vamos a perder tiempo, Dios quiere contar con otras personas para realizar esa obra de salvación en la vida de muchas otras. Y esa persona eres tú.

Dios está hablando a tu corazón ahora, y habló en estos días de forma muy fuerte. Y te está hablando como habló a Dunga por intermedio de aquella música. Di “sí” a Dios, ábrete y ensancha tu corazón para Él. Deja que tome el control de tu vida, de tu trabajo, de tu facultad. Cámbialo todo, entrega todo al Señor y verá cuánto puede realizar en ti.

Dunga
En los primero días de mi caminata espiritual, volví a casa y comencé a seguir a Jesús. Como no tenía mucho conocimiento de quien y como era Jesús, comencé a seguir a quien me imaginaba que más se asemejaba a Jesús, lo seguía al Padre Jonas. Iba donde había un encuentro de Canción Nueva. Me gustaban los jóvenes orando en lenguas, acostumbrado con eso, comencé a vivir algo diferente e iba copiando y aprendiendo nuevas expresiones de fe. Recuerdo esos tiempos con mucha alegría.

Me daba cuenta que bastaba con pedir esa gracia a Dios, la Palabra dice que es pidiendo que recibiremos, y Monseñor Jonas me enseñaba en cada encuentro que iba, en cada lugar que estuviese a tener la oportunidad de sumergirme en Dios. Y en esa caminata el Padre Jonas nos iba contando sus sueños. El Centro de Evangelización era un pantano, lleno de sapos y cobras, y él nos decía que iba a ser un gran estadio; lo que él veía allá atrás, nosotros lo vemos hoy. El Centro de Evangelización era un sueño de Monseñor Jonas, un sueño que Dios soñó en él.

Siéntate en el sueño de Dios para ti. Lo más lindo es que Gedeón, cuando fue enviado por Dios a la batalla, congregó un gran ejército. Y Dios lo fue reduciendo, era mucha gente. Y ese gran ejército fue reducido a 300 soldados, imagínate solo con 300 soldados fue a batallar y Dios le inspiró una estrategia diferente, totalmente extraña. Distribuyó antorchas y trompeta entre sus hombres, y para el enemigo parecían millones y todos huyeron con miedo de ellos.

Dentro de ti Dios colocó un fuego, un fuego que quema y que arrasa todo lo que hay de malo, de dañado, de nocivo en tu vida. Ese fuego ilumina, para iluminar mucho a tu alrededor. Solo te realizarás, valiente guerrero, si permites que esa llama que está dentro de ti resplandezca. Así pasó conmigo. Aquel día Dios hizo que el fuego que estaba dentro de mí, saliera y transformara todo. Mi querido, Dios quiere que, ahora, y no mañana, ese fuego que está dentro de ti surja y queme todo aquello que es nocivo, todo lo que es malo.

Sucedió un hecho marcante en mi vida, mi papá se enfermó y yo tenía que salir en misión; antes de viajar fui al hospital y el médico dijo que le dijera todo lo que quería, pues, tal vez el lunes podría no encontrarlo vivo. Y le fui diciendo: “¡Te amo! ¡Te amo!… Y le fui diciendo cosas graciosas ¿Te acuerdas cuando aprendí a andar en bicicleta? ¿Te acuerdas con llegaba a casa borracho, drogado y rezabas por mí? Yo me convertí y hoy tengo una misión, y tú necesitas ir al cielo. Nosotros vamos a estar bien”.

En el avión yo solo le decía a Dios “¡Señor que mi papá este vivo el lunes!”, pero el sábado a la noche falleció. Cuando volví, ya lo habían sepultado. Aquella noche dormí en casa con mi mamá. Al día siguiente, el Padre Jonas fue a visitarme en casa de mamá; en el patio había un fogón a leña, de la última comida que hizo mi papá; el Padre Jonas fue conmigo hasta el fogón, tomó una brasa entre las cenizas y comenzó a soplarla, y la brasa se encendió nuevamente. Ese día Monseñor me dijo que, por la misión no estuve en el entierro de mi papá, pero que Dios veía mi corazón y que, a partir de aquel día, yo sería como aquella brasa, porque siempre que saliera al encuentro de las personas para anunciar a Jesús, mi pecho ardería como ella. Y que todas las veces que ocurriera eso, sucedería lo mismo en el corazón de cada joven.

¡Nuestra eficacia es el Espíritu Santo! ¡Él arde en nuestros corazones!

Dunga y Monseñor Jonas Abib
Prédica durante el campamento PHN 2014
fuente Portal Canción Nueva

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