La decepción es parte de la vida.
¿Pedir o no pedir perdón?¡He ahí el dilema!. ¡Confié y me decepcioné! Ahora sufro por haberme decepcionado ¿qué debo hacer? Ya perdoné errores casi imperdonables, intenté reemplazar personas insustituibles, me decepcioné con personas con las cuales nunca pensé que me decepcionaría pero seguro que ya decepcioné a alguien. Solo tengo la ausencia de fuerzas para recomenzar. ¿Cómo trabajo ese sentimiento en mi interior?
“Me cachetearon” muchas veces y en todas ellas no tuve miedo de crecer ni de aprender. Hoy, intento cambiar el foco, intento mirar hacia mi y ver que también decepciono a las personas. ¡Cuántas veces hice propósitos eternos y cai en la primera oportunidad! Lo bueno de verdad es ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivir con pasión. Es vivir el Evangelio y ¡recomenzar! Vale la pena vivirlo.
Jesús fue decepcionado y aún así recomenzó. Aún estando herido, fue más allá. Hoy también quiero perdonar, pues fui perdonado. Lo que no puedo hacer es condenar. Perder con clase y nobleza, vencer con osadia, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante.
Solo necesito tiempo para reconstruir, necesito tomar la planta de casa y ver los ambientes que fueron destruidos pues aún no llegué al fin. Hay un camino por recorrer.
¿Vamos a reconstruir? ¡Yo quiero! ¿y tu? Encarar que el otro nos ha herido duele mucho. Tenemos que tener mucho coraje, luchar contra tantos sentimientos contradictorios: el odio y el amor, la frustración y la esperanza, el perdón y el rencor. ¡Hay que tener coraje!
Cuando decepcionamos a alguien, cuando traicionamos y frustramos a las personas, ¿será que tenemos la misma garra que demostré al inicio del texto? ¡No siempre! Para eso necesitamos aún más coraje, más determinación pues antes tenemos que vencernos a nosotros mismos, reconocer que nos equivocamos y que no somos tan “buenitos”. En ese momento, es necesario mucho coraje para reconocer que no somos “perfectos”. Vencernos a nosotros mismos se vuelve la batalla más grande.
Si vencemos esa lucha estaremos listos para dar un paso más adelante. Puede ser uno o varios pasos. Puede ser un mensaje pidiendo perdón o quien sabe, ¿una llamada? En fin, es necesario partir para la acción. Recomenzar es posible y necesario pero a veces escogemos quedarnos en un rincón sin reconocer que nos equivocamos, así vivimos un error más grande.
Pero ahí me dices: “Pucha, si voy a pedir perdón por mis errores, fulano me va a destruir y puede que ni me perdone. Así voy a empeorar.” Bueno, sí, eso puede pasar. Puede ser que pidas perdón y que la persona no te quiera perdonar y la situación no se resuelva.
¡Calma! El paso te corresponde a tí, eres tú quien está resolviendo y quien se está decidiendo. Eres tú quien parte para la acción de recomenzar. Si la persona no quiere, ese es el misterio de su libertad. La vida sigue su rumbo y tu puedes dormir en paz pues hiciste la parte del Evangelio que te tocaba!
Ahora, puedes orar por el corazón de aquel a quien tu heriste, para que Dios encuentre espacio en él y rehaga sus sentimientos heridos.
Vivir es un arte. Debes saber que grandes obras nacieron de grandes sufrimientos.
¡Estamos juntos!
Adriano Gonçalves
Comunidad Canción Nueva
fuente: Portal Canción Nueva en español
Comunidad Canción Nueva
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