Los doce tenían una comunión personal y directa con el Señor y él les había confiado una gran responsabilidad, por eso es más sorprendente que ellos no lograran entender quién era él verdaderamente. Esta falta de comprensión se veía ya desde antes, cuando los apóstoles no entendieron las parábolas de Jesús y cuando se quedaron asombrados viendo que él calmaba la tormenta (Marcos 4, 35-41).
Los apóstoles estaban en una posición privilegiada por su cercanía al Señor y sin embargo en todo el Evangelio según San Marcos se ve claramente que no lograban entender el mensaje. Esto nos lleva a deducir que la verdadera comprensión de la obra y la enseñanza de Jesús se logra sólo a la luz de la muerte y la resurrección de Cristo y de la venida del Espíritu Santo.
Consciente de la debilidad humana de los apóstoles, el Señor les dio instrucciones específicas respecto a la misión que debían cumplir. Les advirtió que no llevaran provisiones, sino que confiaran en Dios y en la hospitalidad de quienes aceptaran sus palabras.
Esto contrasta diametralmente con la tendencia actual de proveerse de todo lo necesario para una obra determinada, incluso cuando tratamos de servir a Dios y llevar su mensaje. Los humanos somos proclives a tratar de controlar a Dios, para que él haga lo que creemos que justa y buenamente necesitamos. Mejor haríamos en estar dispuestos a abandonarnos en sus manos para que él hiciera con nosotros lo que él considere justo y conveniente.
“Ven, Espíritu Santo,abre mi mente y mi corazónpara entender mejor lo que Jesús me pide.Enséñame a confiar más sincera y cabalmente en Diosy en su amorosa protección.”
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