Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.
Al ver esto, los fariseos le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado".
Pero él les respondió: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,
cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes?
¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?
Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo.
Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes.
Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado".
COMENTARIO
Querido amigo/a:
En una conciencia rectamente formada siempre existirá algún momento de tensión entre optar por el cumplimiento de la ley o el uso correcto de la libertad. En nuestro modo de proceder honesto, cuando actuamos con buena intención y rectitud de corazón, no faltan momentos de duda entre realizar lo establecido, lo mandado, lo legal o lo que la conciencia nos dicta para alcanzar un bien. En ocasiones chocan. ¿Qué hacer en caso de duda? ¿Ser estrictamente legalistas con el riesgo de obedecer la ley injusta? ¿Ser puramente relativistas interpretando la ley a mi manera con el riesgo de hacer de mi capa un sayo? ¿Obedientes o laxos? El que siempre obedece nunca se equivoca, dicen algunos. Pero obedecer ¿a quién, a qué?
Ni fariseos ni anárquicos. En los momentos de mi vida en los que ante una elección dudo entre cumplir lo mandado o lo que creo que es lo correcto, Jesús nos ofrece un criterio de discernimiento que nos da luz para decidir, porque el ser humano va configurando su vida tomando decisiones constantemente, unas de mayor importancia y otras no tanto. Nos guste o no, tenemos que elegir con mucha frecuencia. El criterio de discernimiento que nos ofrece Jesús es la misericordia, o dicho de otro modo, el bien de la persona.
En la secuencia evangélica de hoy Jesús es recriminado por los fariseos por hacer una cosa no permitida en sábado: arrancar espigas (trabajar) para comérselas. Para Jesús, la satisfacción de una necesidad como el hambre está por encima de la ley, pues el bien de la persona, la misericordia, es el criterio de discernimiento: quiero misericordia y no sacrificio.
Jesús fue un hombre libre, ni anárquico ni esclavo de la ley. Esa libertad quiere para ti y para mi. La primera lectura nos recuerda la liberación de Egipto a través de la Cena de Pascua. Es lo que Dios ha ido haciendo a través de la historia de salvación y lo que quiere seguir haciendo en cada corazón humano y en cada momento de la historia: liberar. En nuestra oración de hoy le pedimos al Señor que nos ayude a crecer en la libertad de los Hijos de Dios, libertad que da paz a nuestra vida, que nos permite dormir tranquilos y vivir la vida con frescura y alegría.
tu hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.
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