«Lo ha dado todo»
En el Reino de los cielos, todos juntos y como un solo hombre, serán un solo rey con Dios, porque todos querrán la misma cosa y así se cumplirá la voluntad de todos. He aquí el bien que, Dios, desde lo alto de los cielos, declara poner a la venta.
Si alguien se pregunta a qué precio, he ahí la respuesta: No tiene necesidad de moneda terrestre aquel que ofrece un Reino en los cielos. Nadie puede dar a Dios lo que ya le pertenece, porque todo lo que existe es suyo. Y, sin embargo, Dios no da una cosa tan grande si no se pone algún precio por ella: él no la da a aquel que no la aprecia. En efecto, nadie da algo que le es querido a alguien que no lo aprecia. Entonces, si Dios no tiene necesidad de tus bienes, no debe tampoco darte una cosa tan grande si tu no te dignas amarla: él no te reclama otra cosa más que amor, sin el cual nada se ve obligado a dar. Ama, pues, y recibirás el Reino. Ama y lo poseerás... Ama, pues, a Dios más que a ti mismo, y tú empezarás a tener ya eso que quieres poseer perfectamente en el cielo.
benedictino, arzobispo de Canterbury, doctor de la Iglesia
Carta 112 a Hugo, el recluso
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