Busca un sitio tranquilo y comienza a cerrar el día.
¿Qué tienes para agradecer? Toma contacto con tu corazón y fíjate qué deseos se han movido dentro de ti.
Los deseos mueven tu voluntad. ¿Hacia dónde te dirigen tus deseos? ¿Qué sentimientos te despiertan? Hay deseos que te llevan a crecer y a obrar el bien y otros no. Identifica en ti la diferencia. ¿Qué deseos tienes para mañana?
Apúntalos.
Dios te salve, María...
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