Carta de San Pablo a los Filipenses 2,1-4.Hermanos: Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión,les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento.No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos.Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.
Manteneos unánimes, con un mismo pensar y un mismo sentir. Esto es lo que quería el Apóstol. Es una invitación a vivir en el amor fraterno, en unidad y en humildad. Cristo nos ha dado ejemplo en su encarnación, en su vida entera, en su pasión y muerte, en la cruz.
Comenta San Agustín:
«Pensad en la unidad, hermanos míos, y ved que si os agrada la multitud es por la unidad que existe en ella... Engrandeced al Señor conmigo y ensalcemos su nombre todos juntos. Una sola cosa es necesaria: aquella unidad celeste, la unidad por la que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola cosa. Ved cómo se nos recomienda la unidad... Las tres Personas no son tres dioses, ni tres omnipotentes, sino un solo Dios omnipotente. La misma Trinidad es un solo Dios, porque una sola cosa es necesaria. Y la consecución de esta única cosa nos lleva el tener los muchos un solo corazón» (Sermón 103,4).
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