viernes, 1 de febrero de 2019

El monte donde fue sepultado el Señor

Agustín de Hipona
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios?» (Mc 4,30)

Estamos celebrando la fiesta solemne de la humildad del Señor, que se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Ese es el motivo por el que nosotros humillamos esta noche nuestras almas mediante el ayuno, la vigilia y la oración, sin que el fervor presente desdiga de esa humildad. ¿Qué es, en efecto, el grano de mostaza sino el fervor de la humildad? Mediante este grano han sido trasladados al corazón del mar los montes; es decir, los grandes predicadores del Evangelio, los apóstoles santos fueron trasladados de Judea a la tierra de los gentiles; y hasta del corazón del mundo, esto es, de los pensamientos del mundo, se hicieron dueños los montes de quienes se dijo: Tu justicia es como los montes de Dios; y también: Alumbrando tú de forma maravillosa desde los montes eternos.

Esos mismos montes iluminados, abrasados en sus cumbres, se trasladaron a sí mismos al corazón del mar, es decir, a la fe de los gentiles, y consigo llevaron también la luz que alumbra a todo hombre, cual monte de montes, rey de reyes y santo de santos, para que se cumpliese en ellos lo predicho por el profeta: En los últimos días será manifiesto el monte del Señor, dispuesto en la cima de los montes; y lo que él mismo había dicho: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: «Apártate y arrójate al mar», y lo haría.

Estos montes hicieron sagrada para nosotros esta noche, en la que el Señor resucitó del sepulcro para que el grano de mostaza enterrado no apareciese en su humillación, sino que, brotando, creciendo y extendiendo sus ramos por doquier, superase a todos los demás e invitase a los soberbios de corazón, cual si fueran aves, a buscar refugio y descanso en sí. Habite también en vuestro corazón este monte, pues no sufrirá estrechez donde la caridad le ha dispuesto un lugar amplísimo.

Agustín de Hipona
Sermón: El monte donde fue sepultado el Señor
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios?» (Mc 4,30)
Sermón 223 H (Wilmart 14): PLS 2, 739

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