En la medida en que nos volvemos cristianos maduros,
vamos conociendo la cizaña que existe en nosotros.
Se trata de una realidad anunciada por Nuestro Señor,
deseoso de hacernos comprender como Su Reino se establece en nosotros.
Es una lucha entre el bien y el mal, el trigo y la cizaña, el Espíritu y la carne.
Cristianos maduros experimentan sus vidas así!
¿Qué hacer entonces con la cizaña, la carne y con el mal?
Simplemente no los alimentes!
Ellos, que viven de nuestro consentimiento, morirán en la medida en que le digamos "no"!
Con cariño y oraciones,
Tu hermano,
Ricardo Sá.
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