jueves, 8 de noviembre de 2018

COMPRENDIENDO LA PALABRA 081118


Dios va en busca de una oveja para la salvación de todas

El mero hecho de encontrar un objeto que habíamos perdido nos llena de un gozo renovado cada vez. Y este gozo es más grande que el que experimentamos, antes de perderlo, cuando este objeto estaba bien guardado. Pero la parábola de la oveja perdida habla más de la ternura de Dios que de la manera como los hombres se comportan habitualmente. Y expresa una verdad profunda. Dejar lo que tiene importancia por amor a lo que hay de más humilde es propio del poder divino, no de la codicia humana. Porque Dios incluso hace existir lo que no existe; y va en busca de lo que está perdido aún cuidando lo que ha dejado en su lugar, y encuentra lo que se había perdido sin perder lo que tiene bajo su custodia.

    He aquí porque este pastor no es de la tierra sino del cielo. La parábola no es, de ninguna manera, la representación del obrar humano, sino que esconde misterios divinos, tal como lo demuestran los nombres que, de entrada, menciona: “Si uno de entre vosotros, dice el Señor, tiene cien ovejas y pierde una”… Ved como la pérdida de una sola oveja ha hecho sufrir, dolorosamente, al pastor, como si el rebaño entero, privado de su protección hubiera tomado un mal camino. Por eso, dejando a las noventa y nueve restantes, va en busca de una sola, se ocupa de una sola, a fin de reencontrarlas y salvar a todas en ella.

San Pedro Crisólogo (c. 406-450)
obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Sermón 168, 4-6; CCL 24B, 1032

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